lunes, 23 de julio de 2018

MATERNIDAD Y TRABAJO SEXUAL


Vivo la maternidad como la experiencia más dura y difícil de mi vida y, a la vez, la más reconfortante si así lo deseas (como es mi caso). Es duro y difícil porque desde el momento en el que sabes que estás embarazada dejas de ser tu prioridad y pasa a serlo esa nueva vida que vas a dar. Su felicidad se convierte en lo más importante y cualquier cosa que pueda hacerle daño se convierte en tu peor enemigo. Lo más duro es cuando ese algo eres tú.



La vida está llena de situaciones que pueden herir, frustrar, traumatizar... Algunas son necesarias y te hacen una persona más fuerte, otras las veo totalmente innecesarias y, precisamente por eso, duelen más. Ser madre y puta es la peor incertidumbre innecesaria que he vivido hasta el día de hoy.



Sí, soy madre y soy trabajadora sexual, como tantas compañeras de profesión. Y amo ser madre y me encanta mi trabajo porque me permite vivir la maternidad más que cualquier otro trabajo que haya tenido. Entonces... ¿Cuál es el problema? El estigma.

El estigma es una palabra que oímos mucho, pero no somos conscientes de su peso hasta que no lo vivimos en nuestras carnes.



Me considero una buena madre, al menos me esfuerzo por serlo. Mis hijos crecen sanos y felices y este es el mayor regalo que como madre puedo recibir. Pero un fantasma constante me persigue, un fantasma que me aterra, mi mayor pesadilla: que algún día mi trabajo se convierta en el motivo de su dolor.



Mis hijos saben a qué me dedico. Soy defensora de que los niños entienden cualquier cosa si se la explicación se adecúa a su edad y madurez, y así les expliqué mi profesión, no sin cierto miedo y reparo. Lo entendieron perfectamente, no le dan más importancia, siguen viviendo felices porque ese trabajo permite a mamá llevarles y recogerles del cole, pasar las tardes con ellos, darles el beso de buenas noches e ir juntos a actividades los fines de semana. Mamá rara vez se pierde un festival del cole o un concierto extraescolar y aún así tenemos dinero para poder ¿?. Pero hay una parte que no entienden: por qué el resto de la sociedad ve algo malo en el trabajo de mamá. 



Una vez mi hijo mayor me preguntó qué había de malo en dar cariño y diversión a otra persona, que por qué la gente veía mal a una trabajadora sexual si eso era lo que hacía. Me fue muy duro explicar los tabús y prejuicios de la sociedad, el cómo la misma cosa, dependiendo del contexto o de quién la hiciera, se veía bien o mal.



Aun así mis hijos están felices con la familia que tienen y no dan explicaciones sobre el trabajo de su madre (aunque si les explican a los demás niños que ‘puta’ no es un insulto y que la mayoría de las putas son feministas, cosas de niños). Pero a mí eso me hace daño. He educado a mis hijos para que sean sinceros, para que sean ellos mismos y no se escondan, que se sientan orgullosos de quienes son... Pero ¿parece que? no del trabajo de su madre. Y me sigue dando miedo que algún día algún papá o alguna mamá del cole me reconozca y empiecen a meterse con los hijos de puta del cole, mis hijos. 

Un amigo, compalero de profesión y activismo, me dijo  un día que podríamos ver la lucha ganada cuando nuestros hijos no tuvieran que esconder el trabajo de sus padres. Esas palabras me llegaron al alma. 

Hoy por hoy hago activismo, pero tengo que elegir qué batallas pelear por miedo a que mi secreto se descubra y se vuelva contra mis hijos. Duro tener que elegir entre la causa de tu vida y tu vida misma. 

Por eso en Hetaira creemos firmemente en la importancia de trabajar contra el estigma, de que esos proyectos de sensibilitdad de los que nos hablan los políticos sean hechos por putas y para cuidar de los hijos de puta que son niños que merecen los mismos cuidados que los demás. Creemos en la necesidad de que se empoderen esas maravillosas madres que harían lo que fuese por sus hijos, lo harían y lo hacen pagando con sufrimiento el coste del estigma de su profesión. 


Viko con K es trabajadora sexual y miembro del Colectivo Hetaira




 Hetaira es un colectivo que nació en 1995 con la intención de defender los derechos de las mujeres que ejercían la prostitución. Pero no solamente se centran en esta lucha, su idea es organizarse para combatir el estigma social que recae sobre este colectivo de mujeres. Reclaman el poder trabajar tranquilas, organizarse, sindicarse y cotizar, además de denunciar las agresiones físicas, los chantajes y los abusos de poder que sufren.
Hetaria es el nombre que se les daba en la antigua Grecia a las mujeres libres, independientes, que ejercían la prostitución y que disponían de una esmerada educación y, algunas, gran influencia y prestigio social.

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