lunes, 7 de mayo de 2018

Cultura y género para la libertad


Si nuestra sociedad se vuelve más compleja, cómo no lo va a hacer nuestra sexualidad y por extensión el género, que es el constructo social que lo acoge en las diferentes culturas del mundo. La existencia de cada vez más géneros es lógico en una dinámica de progreso, sobre todo teniendo en cuenta que el objetivo final a toda esta fragmentación del binarismo tradicional y subdivisiones de interminables formas de entender el género y su expresión, tienen como fin abolir los propios géneros.
            Pero hablamos de términos utópicos en un mundo ideal, libre de prejuicios y estigmas. En lo real y actual, lo creativo es revolucionario y el valor de generar tantas experiencias y reinvenciones del género y la sexualidad, pese a que lo Cis es esencialmente binario, me parece un acto con un valor de cambio y evolución maravilloso. Además de un indicador de un nivel cultural que trasgrede lo imaginable. Y eso no podría suceder si la educación que acompaña dicho progreso no fuera propicia a generar el cambio de mentalidad en base a una libertad individual, que repercute directamente a una libertad colectiva. Educar en la diversidad da como resultado una sociedad que ama la libertad, porque se genera en un contexto donde se permite a cada persona mostrarse como es.
            De hecho, las civilizaciones que se consideran avanzadas se caracterizan por  gozar de paz, estabilidad, avances técnicos y desarrollo artístico, es decir, que son más creativas. Eso quiere decir que son capaces de imaginar más allá de sus propios límites y hacer real lo que en un pasado solo se soñaba. Fijémonos como el comité de Derechos Humanos de Nueva York ratificó y reconoció la existencia de hasta 32 géneros con sus expresiones y variables. Pero si además nos asomamos al mundo y observamos a otras etnias milenarias, encontramos la existencia de géneros más allá del binarismo. La cultura bugui de Indonesia contempla hasta 5 géneros en su tradición y los indios nativos de Norteamérica, tenían también a los llamados «dos espíritus» como un individuo considerado una bendición, que albergaba ambos géneros a la vez. Estas experiencias de género culturales de los nativos indígenas eran rechazadas por los colonos blancos, ya que el binarismo propio de sus creencias monotíestas y patriarcales chocaban con estas concepciones más libres.
            ¿Y qué hace un hombre cis-hetero como yo con planteamientos sobre el género y su relación con la cultura? La razón es que todos debemos cuestionarnos a nosotros mismos para seguir evolucionando por un mundo más justo. Así que comencé por poner en duda mi masculinidad y sus implicaciones en mi entorno. Me di cuenta de dónde estoy y la necesidad inmediata de romper con esa jerarquía social del patriarcado en la que nací y me educaron. Indagué sobre la igualdad y encontré en el feminismo y las teorías queer una verdadera fuente de postulados que combatían la desigualdad, mientras me fijaba en los procesos de cuestionamiento y deconstrucción de hombres no normativos como gays o trans. Aprendí que la existencia del género como constructo social que nos clasifica y nos condiciona para toda la vida, solo causa sufrimiento e injusticias. Para terminar concebí una idea libertaria del género, en el que al igual que los estados, deben fragmentarse hasta desaparecer y poder liberarnos para vivir siendo quienes somos, sobre todo, siendo quienes queremos ser. Y esas condiciones de libertad solo se consiguen en un entorno donde se respeta la cultura y el conocimiento.



J. C. Ibarz




J. C. Ibarz. Escritor, trabajador cultural y activista social. Es presidente y fundador de la Plataforma por el Pensamiento Crítico Aplicado, Acrítica, donde hace conferencias, charlas y debates sobre temas de actualidad. Forma parte de entidades con proyección social como el Casal Popular El rebotim (Vila- Seca) y Bandera Negra (Tarragona). Gestiona el equipo de trabajo sobre las Masculinidades feministas en el Colectivo Fridas (Tarragona). Tiene varias novelas publicadas y es articulista en medios como el Diari de Tarragona o La República. Es un amante de la cultura y de su perro, Mitch.



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