A
pesar de la mayor visibilidad que se está dando de las personas transexuales en
los últimos tiempos (y en especial de lxs menores transexuales), sigue dándose
a nuestro juicio una asociación directa de la transexualidad femenina con el
trabajo sexual. A pesar de los cambios y avances que se han dado, nos sigue
resultando difícil pensar en mujeres transexuales sin asociarlas con la
prostitución.
El
término transexual es frecuentemente utilizado para definir a aquellas personas
que buscan cambiar o hayan cambiado ya sus caracteres sexuales primarios
(genitales externos) o características sexuales secundarias (vello, grasa
corporal, musculatura etc) para feminizar o masculinizarse. En cualquier caso,
son cada vez más las personas que defienden que el hecho de que exista o no
exista una intervención quirúrgica, no es lo definitorio ni importante a la
hora de definir el fenómeno. Lo importante y definitorio sería el sentimiento
de ser hombre o mujer, independientemente de querer acceder, o haber accedido a
tratamiento.
Es importante entender
también que dentro del colectivo existe una enorme diversidad (como ocurre
siempre en la sexualidad humana), y que tal vez más que que hablar de
transexualidad, sería mejor hablar de transexualidades.
En este sentido, tomamos la
definición planteada por Lucas R. Platero en su libro “Trans*sexualidades.
Acompañamiento, factores de salud y recursos educativos”, en la que habla de la
transexualidad como algo que “Puede
incluir no sentirse dentro de ninguna de estas dos categorías (mujer/hombre) o
sentir la identidad de género opuesta a la señalada. También puede implicar
tener actitudes y roles sociales determinados, vestirse con prendas y
presentarse socialmente de forma ocasional o permanente de un género distinto
al asignado, o vivir todo el tiempo en el género elegido. Puede incluir la
modificación corporal o no, a través de hormonas, cirugías mayores o menores. Y
puede que se haga a veces o puede que sea un viaje de transición que dura toda
la vida. Una persona trans* puede tener un aspecto masculino o femenino, puede
ser una varón trans* (de mujer a hombre, MaH) o una mujer trans (de varón a
mujer, HaM), o puede tener un aspecto ambiguo y rechazar incluso ser
categorizado dentro de alguna de estas dos opciones. Puede autodenominarse de
muchas maneras, ya que no todas las expresiones trans* son iguales”.
La
identidad sexual de las personas no debería, como hacemos habitualmente,
definirse en función de características “físicas” externas, sino en la
autoconciencia de pertener a uno u otro sexo. En el caso concreto de las
mujeres transexuales que ejercen la prostitución, esto es evidente y habitual
ya que muchos clientes al contratar sus servicios profesionales ejercen el rol
pasivo en la penetración. En definitiva, “piden” ser penetrados.
A
día de hoy, y generalmente como reflejo de la estigmatización y de las enormes
dificultades a las que se enfrentan las mujeres transexuales a la hora de
obtener ingresos económicos, muchas acaban “ganándose la vida” por medio del
trabajo sexual.Generalmente no suelen tener otras salidas
laborales.
A
pesar de que nos parezca una obviedad, es necesario recalcar e insistir en el
hecho de que la transexualidad femenina ( y la transexualidad en general) no
implica en ningún caso el ejercicio de la prostitución. Existen mujeres
transexuales que ejercen la prostitución, y las que no la ejercen.
El
doble estigma.
Las mujeres
transexuales que ejercen la prostitución, suelen ser estigmatizadas y
discriminadas por un doble motivo: ser mujeres transexuales por un lado
(Transfobia), y por el trabajo sexual por otro (putofobia). Multitud de
estudios y referencias indican que es uno de los colectivos minoritarios más
fuertemente estigmatizados, discriminados y agredidos.
En
España, muchas de las mujeres transexuales que ejercen la prostitución vienen
de países de américa del sur (91,2 %), generalmente en busca de un clima de
mayor tolerancia y seguridad respecto a la identidad sexual. En cualquier caso
y aunque en España se contemple la discriminación por motivos de orientación e
identidad de género, el día a día de muchas trabajadoras transexuales del sexo
sigue estando marcada por el estigma y la violencia.
Gran
prevalencia de infección por VIH.
La
prevalencia de la infección en el colectivo de mujeres transexuales ejerzan o
no ejerzan la prostitución sigue siendo muy alta. En un metaanálisis realizado en 15 países, se detectaron
prevalencias de hasta el 19,1%
en mujeres transexuales (STEFAN D. BARAL et al Lancet 2013). En otros se han
registrado tasas de hasta el 27,3 %.
En
el caso de las mujeres transexuales que se ganan la vida como trabajadoras
sexuales, estas tasas son aun mayores. La fundación FIPSE, en un estudio
realizado entre el año 2000 y 2010, encontró una prevalencia del VIH del 20,1%
en mujeres transexuales que no ejercían la prostitución, frente a un 27,4%
en las que si que ejercían.
Sigue siendo necesario y urgente atender las
necesidades de este colectivo por medio de un trabajo específico que implique a
los diferentes sectores sociales, y vaya más allá de campañas preventivas
específicas.
Iosu Azqueta
