A
pesar de que generalmente se asume que las
personas son
diversas,
únicas
e irrepetibles,
muchas veces las reacciones que se dan ante personas que tienen
formas de ser o de comportarse “diferentes”, no suelen ir en
concordancia con esta idea.
El
presente texto, trata de sugerir a las madres y padres una serie
pautas a tener en cuenta para prevenir situaciones de violencia por
cuestiones como la orientación sexual y la identidad de género.
Adelantamos ya, que frente a planteamientos como el de negar o tratar
la diversidad como algo anormal, nuestra propuesta es la de asumir la
diversidad afectivo sexual y las diferencias como parte del hecho
sexual humano entendiéndolas como diversidades enriquecedoras que
deben ser tenidas en cuenta por parte de las familias en el proceso
educativo.
A
pesar de los indiscutibles avances conseguidos en derechos de las
personas LGTB, la verdad es que las realidades que aún viven en sus
entornos sociales muchas chicas y chicos gays, lesbianas, bisexuales
y trans, distan mucho de ser adecuadas para un buen desarrollo
afectivo y emocional. Es por esto que la actitud que adopten
los padres, madres y familiares
ante la diversidad afectivo-sexual, es de vital importancia de cara a
conseguir que, las chicas y los chicos, sean felices, y que se
sientan a gusto consigo mismos. Es esa buena disposición ante la
diversidad la que, en buena medida, puede evitar que se esconda su
condición por miedo al rechazo, discriminación, así como
agresiones verbales y físicas.
Tengamos
siempre en cuenta la perspectiva de género.
La
perspectiva de género, hace referencia a las relaciones de poder que
se dan entre hombres y mujeres y reconoce el hecho de que
generalmente estas han sido favorables a los hombres, así como la
discriminación y el trato desigual que han sufrido las mujeres.
Las
personas con orientaciones sexuales e identidades de género
menos comunes son víctimas también de este tipo de relaciones
asimétricas, de forma que por ejemplo se suele considerar “menos
hombre”, o “menos masculino”, a un chico homosexual, y se le
tiende a otorgar un valor un valor inferior al de “un chico más
masculino” (un chico heterosexual y que encaja con el rol asignado
al varón).
Fomentemos
la visibilidad.
Si las
madres y padres asumen el reto de contribuir a que nuevas formas de
masculinidad y feminidad se visibilicen y se reconozcan, estarán
propiciando y legitimando que las chicas y chicos se comporten según
sus propia características y forma de ser. Esta es la mejor manera
de trabajar por la igualdad y prevenir en gran medida la violencia.
Como
decíamos, el que padres y madres (y las AMPAS) adopten una
disposición abierta para que cada persona se muestre en su entorno
familiar tal y como es, sin que haya “cuestiones de las que no se
habla”, es imprescindible para que las chicas y chicos se puedan
mostrar tal y como son ante los demás. Es la mejor manera de
“abonar” el terreno para que las chicas y chicos sean felices y
asuman su orientación sexual e identidad de género de una forma
saludable y asertiva de modo que puedan “enfrentar” posibles
situaciones de discriminación, rechazo y violencia de la mejor
manera posible.
Orientación
sexual e identidad de género.
La
orientación
sexual
hace referencia a la dirección del deseo erótico; cuando la
orientación se dirige hacía personas de distinto sexo, hablamos de
heterosexualidad. Si se dirige a personas del mismo sexo, hablamos de
homosexualidad y si, indistintamente, existe atracción por
cualquiera de los dos sexos, hablamos de bisexualidad. Los datos
indican, eso sí, que la orientación del deseo (y por lo tanto la
heterosexualidad, homosexualidad y bisexualidad y otras posibles
orientaciones no mencionadas por falta de espacio) no se puede elegir
o modificar.
Tengamos
siempre presente, que hoy en día
es mucho más complicado para un chico o una chica asumir que se es
homosexual o bisexual, que heterosexual. El presuponer
constantemente la heterosexualidad de las personas, tiene mucho que
ver con esto.
La mejor actitud que padres y madres pueden adoptar en este sentido,
será
la de respetar siempre los tiempos de cada chica o chico.
La
identidad
de género por
otra parte,
se refiere al sentimiento de pertenencia a un determinado género
independientemente de hacia quien se pueda sentir atracción. Las
personas trans sienten que pertenecen a un género que no se
corresponde con el que les ha sido asignado socialmente en función
de su aspecto y sus caracteres sexuales (en algunos casos, a una
mezcla de los dos e incluso a ninguno de ellos).
La diversidad de formas de vivir esa identidad no normativa es enorme
además, de forma que lo más
importante es que el entorno familiar respete siempre cómo cada
persona se siente y vive.
Acerca
de la violencia que se puede dar por orientación sexual e identidad
de género.
La
LGTBfobia es el término
que se utiliza para englobar el rechazo o miedo hacia personas con
orientaciones sexuales e identidades de género más minoritarias. El
rechazo a personas gays, lesbianas, bisexuales y trans.
En
nuestra opinión, la LGTBfobia debe ser entendida como una forma de
violencia en sí
misma, derive o no en agresiones (verbales o físicas) concretas.
Tengamos siempre presente que la violencia se sustenta en el miedo y
el rechazo.
En
este sentido, no es poco frecuente que las propias familias hayan
interiorizado o reproducido en alguna ocasión (posiblemente sin mala
intención) alguna de ellas. No se trata de culpabilizar a nadie,
sino de que cada familia realice una reflexión y replantee en el
caso de ser necesario, la forma en la que ha tratado la diversidad
afectivo-sexual.
Algunas
sugerencias más para padres y madres.
Cuestiones
como las que se mencionan a continuación NO
ayudan en nada
y generan además confusión: Intentar que las chicas o chicos
cambien su identidad de género
(intentar convencerles), negar su identidad de género y censurar la
forma en que la expresan (recriminando por ejemplo su forma de
comportarse).
Por
otra parte, entre las estrategias que pensamos que SI
que ayudan,
estarían: el transmitir amor y aceptación a las chicas y chicos
(independientemente de su orientación sexual o su identidad de
género), intentar que en la familia se reflexione sobre las ideas
preconcebidas acerca de la identidad de género, informarse y
formarse en este tipo de cuestiones, crear “espacios seguros”
libres de discriminación y violencia en los que las personas se
puedan mostrar tal y como son, respetar su intimidad y vida privada
(igual que con el resto de chicas y chicos), y tratarlos en función
de la identidad de género sentida y con el nombre acorde a esa
identidad.
Bibliografía.
Azqueta,
Iosu (2014).“Educar en la diversidad afectivo-sexual desde la
familia: Como educar a favor de la igualdad de valor y contra la
violencia por motivos de orientación sexual e identidad de género”.
Edita: CEAPA.
Iosu Azqueta Chocarro
Iosu Azqueta Chocarro, licenciado en
Pedagogía por la Universidad de Navarra, diplomado en magisterio
(especialidad en Audición y Lenguaje) por la universidad de Alcalá
de Henares, y Máster Universitario en Sexología: Educación Sexual
y asesoramiento sexólógico (Instituto Universitario de Sexología
(IUNIVES). Universidad Camilo José Cela (UCJC). Trabaja actualmente
como técnico de prevención en la asociación Apoyo Positivo, así
como mediador en el Servicio de Prevención y Detección Precoz de
VIH (SPDP) de la Comunidad de Madrid, coordinado por la misma
entidad.
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